Add parallel Print Page Options

11 Entonces, todo malherido, bajo el castigo divino que por momentos se hacía más doloroso, comenzó a moderar su enorme arrogancia y a entrar en razón. 12 Y como ni él mismo podía soportar su propio mal olor, exclamó: «Es justo someterse a Dios y, siendo mortal, no pretender ser igual a él.»

13 Entonces este criminal empezó a suplicar al Señor; pero Dios ya no tendría misericordia de él.

Read full chapter